domingo, 22 de febrero de 2009

La argentinidad al palo

El fin del unoauno me dejo a mi con un tercio del numero de visitas argentinas al año. Para contrarrestar esa gran perdida, este fenomeno me trajo un nuevo pasatiempo del cual disfruto cada vez mas. Los ultimos años, en cada reunion, fiesta o meeting de trabajo me cruzo con por lo menos un holandes que estuvo minimo medio año en Buenos Aires, ya sea por trabajo, pasantia, estudio o clases de tango. Apenas cualquiera de estas personas escucha mi acento se me avalanchan y se me pegan el resto de la noche para contarme todo lo que les gusto Argentina y que como hago para sobrevivir aca.

Debo confesar que estas charlas me divierten. Me encanta oir como una persona que tiene una cultura tan diferente a la argentina, la cual yo a esta altura conozco de pe a pa y se como piensan, como perciben y como opinan la realidad, ve a nuestro pais y cultura. Me gusta ver esa mezcla, oirlos como intentan mostrarme que hablan castellano y que dicen "sho" como nosotros, cosa que siempre me quieren hacer notar. Tambien me gusta que haya gente aca que conozca la calle Rivadavia, que sepa lo que es el subte linea D a las 7 de la tarde de algun dia de noviembre o que sepa cuan grandes son las milanesas de La Farola, genial. Pero tambien me pone un poco celosa que sepan todo esto, porque era mio, solo mio y de nadie mas.

Por alguna cuestion que no comprendo, las ultimas dos semanas me cruce con siete de estas personas. Siete en dos semanas. La primera fue un compañero mio de la clase de djambe. Me conto que vivio en Caballito en la casa de una psicologa, que trabajo en una villa y que le robaron la billetera en la Boca. La segunda fue una compañera mia de trabajo, que vivio en lo e una parienta en la calle Luis Saenz Peña, fue de vacaciones a Punta del Este y comio en el Palacio de la Papa Frita. La tercera y la cuarta me las cruce en un cumpleaños. Una, antropologa, hizo una investigacion sobre las milongas y descubrio que la comercializacion turistica del tango estimulo este baile entre la poblacion joven local y creo un nuevo fenomeno que ella apodo en su tesis como "el tango en jeans y zapatillas". La otra, psicologa, viajo con el novio por todo el pais, sabe muy bien lo que es un micro "coche-cama" y el año que viene se van a vivir a Buenos Aires. El quinto, un holandes-indones baila tango, se fue por un tiempo a San Telmo con la ilusion de encontrar el amor en algun dos por cuatro y volvio enamorado, pero del valle de la luna. El sexto hizo una pasantia en una inmobiliaria de Congreso, iba a bailar a Opera Bay y el viaje a Buenos Aires lo inspiro para inventarse un nuevo curro para ganar guita por internet (el ehcho de que un holandes sepa la palabra "curro" me parecio suficiente motivo como para prometer guardar su secreto). La septima vivio en Palermo y era vegetariana. Y dejo de serlo, desde ya.

Y lo que todos, pero todos me dejaron en claro es que ya tengo que ponerme a buscar pasajes baratos. Y que siga subiendo el euro, asi puedo disfrutar de todas estas cosas yo tambien.

lunes, 9 de febrero de 2009

:-(

Este blog esta como mi vida. Lleno de cosas que quiero hacer pero siempre postergo. Lleno de lugares a donde siempre voy porque me olvido de mirar mas alla. Con un formato que hacer rato prometo cambiar pero nunca encuentro el tiempo, las ganas y la energia para hacerlo.

Hace poco me pidieron que escriba un blog para la pagina web de mi trabajo. Asi que, tal como en la vida real, en la blogosfera mi trabajo esta invadiendo los otros terrenos de mi vida.

Cada vez que quiero ponerme a escribir me interrumpen cosas como "caca", "dibus", "lechita" o "upa".

Mi blog holandes esta mas actualizado que este, con posts sobre peliculas, restaurantes o debates politicos, claro, siempre y cuando no se trate de mi.

Y la vida social virtual de Facebook y sus clones esta reduciendo mis historias a una mera oracion sobre mi estado matutino, normalmente un ciclo que rota entre contenta, confundida y resfriada. Quizas dentro de un tiempo se me carcoman las palabras y me limite a poner directamente un emoticon.